Mamoudou (nombre ficticio) tiene 15 años y sabe nadar «un poquito». Ni una cosa ni otra fueron obstáculo para que este maliense dejara su país y su familia, y se subiera a una patera para atravesar el Atlántico sin pensárselo dos veces. Su destino era la España peninsular, pero siete meses después sigue en Canarias, un lugar del que no había oído hablar. En las mismas circunstancias se encuentra Abou (tampoco corresponde a su filiación real por tratarse de un menor), de 16 años y procedente de Costa de Marfil. Ambos llegaron a Gran Canaria a principios de año y continúan esperando el resultado de las pruebas que certifiquen su edad. Un proceso que ya era muy lento y que la pandemia ha ralentizado aún más.